Entrada 29

Ya sé, tanto tiempo ha pasado desde mi última entrada, pero es que he estado pensando una infinidad de veces sobre lo que paso aquella larga noche.

Yo estaba resignándome a que Jae no vendría, después de todo no tenía por qué hacerlo, no era su obligación cumplir mi capricho, y cuando estuve por irme a la cama, escuche el timbre de mi puerta, así que me levante de un salto para ir casi corriendo a abrir, estire mi mano para quitar la llave y descubrí entonces que mi corazón estaba latiendo muy rápido, casi se salía de mi pecho, en mi cabeza solo me decía a mí mismo que era imposible que fuera el, pero a las tres de la madrugada ¿quién más sería si no el?, respire hondamente y al abrir nuestras miradas se cruzaron, me hice a un lado y le deje pasar, tenía en su rostro aquella expresión de confusión y transpiraba nerviosismo, lo conocía bien.

Camine con lentitud hasta el y note su paso retrospectivo, pensé que no quería dejarlo ir, no ahora que me estaba muriendo de sed, entre abrí mis labios y note como sus ojos se clavaron de lleno en ellos, casi podía leer su mente y tenía en claro que deseaba lo mismo que yo, acerco su rostro con algo de rapidez y no fui capaz de reaccionar a tiempo, me estaba besando, así es…mi hyung me estaba besando por gusto propio, sentí una increíble emoción recorrer mi cuerpo, así que lo deje hacerlo.

Probar aquellos labios fríos y húmedos estaban comenzando a provocarme de un modo en que nunca creí, ya estaba decidido, tenía que tener todo de el, mis manos se colaron por debajo de su ropa, tocando su piel suave y tersa, mis dedos dibujaban su musculatura ligeramente marcada por aquellas horas de ejercicio diarias, ahora comprendía su obsesión por verse bien y entonces de un tirón me deshice de su delgada camisa, antes había visto su dorso desnudo, pero no con aquella claridad, no con el reflejo de la luna, no con aquella capa delgada de sudor, no con ese movimiento sexi de su respirar agitado, provocado por mi, por nadie más que por mi.

Yo sabía que esto iría más lejos y por primera vez, no me importaba.